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10 cosas que deberías saber de alguien que ha pasado horas viendo porno con las Oculus Go

Facebook me mandó unas gafas de realidad virtual. Esto es lo que aprendí.

1. Ahí dentro se suda un montón

Cuando recibí las Oculus Go, me las puse sin pensármelo dos veces. Craso error: las gafas olían a sudor, presumiblemente de la persona que las había probado antes. Las limpié a conciencia con una toallita húmeda y volví a colocármelas, percibiendo esta vez un refrescante aroma a limón. Entendí que para un uso prolongado (y compartido) del visor, iba a tener que establecer ciertos hábitos de higiene. Aunque haya un antifaz transpirable entre tu cara y la pantalla, con las Oculus Go se suda un montón.

2. Puedes usar gafas dentro de las gafas

Por lo demás, son unas gafas cómodas, que pesan menos de medio kilo y pueden ajustarse a la cabeza mediante cintas de velcro. La caja incluye un separador de goma que se acopla entre la pantalla y la interfaz de tela para llevar gafas dentro de las gafas. Y no es el único detalle que Oculus ha pensado para los miopes: también puedes comprar un par de lentes graduadas y prescindir de tus propias gafas con el fin de reducir los reflejos.

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3. Wow

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Una vez que enlazas las Oculus con una aplicación en tu smartphone, tienes que elegir un fondo de pantalla. Para alguien que no había probado ningún visor de realidad virtual, excepto en una demo de hipermercado o durante escasos segundos en un evento, este es el primer momento “wow”. Miras arriba y solo hay cielo azul, miras abajo y ves arena blanca, miras a un lado y aparece el mar; de repente estás en una playa virgen. La pantalla LCD de 5,5 pulgadas hace su trabajo y brilla por sí sola: el visor no tiene cables, no está enchufado a un PC y no necesita de tu móvil más que para la configuración inicial que lo conecta a la wifi de casa. Las Oculus Go integran su propio chip Snapdragon 821 y cuentan con suficiente memoria de almacenamiento (32 o 64 GB) para instalar todas las apps que quieras.

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4. Hay un mando. Ojalá hubiera dos

Las Go incluyen una toma de audio de 3,5 mm, pero también tienen dos altavoces de audio envolvente. Funcionan, aunque dejan escapar suficiente sonido como para molestar al de al lado (especialmente si estás viendo porno). Por otro lado, está el mando. Pequeño, cómodo y sensible. Lleva una pila AA y es el periférico de entrada para casi todo lo que haces con las gafas. Normalmente servirá para apuntar y hacer clic, pero en un juego de disparos necesitarás el gatillo para disparar, y en uno de pesca sacudirás los sensores hacia atrás y adelante para lanzar la caña. Cuesta un poco memorizar para qué sirven los dos botones pequeños, pero el de abajo se convertirá rápidamente en tu mejor amigo: mantenerlo pulsado centra la cámara adonde estés apuntando. Lamentablemente, las Oculus Go solo son compatibles con un mando; si pudieran usar dos, como las Oculus Rift, los juegos serían más complejos y te permitirían usar la mano izquierda para cosas como desplazarte por el mapa mientras matas zombis con la derecha.

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5. Mejor en una silla de oficina

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A diferencia de las Lenovo Mirage Solo, que pueden moverse en seis direcciones, las Oculus Go solo te dan tres grados de libertad: inclinar la cabeza de lado a lado o moverla de arriba abajo y de izquierda a derecha. En otras palabras: tu personaje no avanzará en el espacio virtual si tú desplazas tu cuerpo en el mundo real; para ello necesitarás el mando. No se puede decir que sea una ventaja, pero sin duda abarata el precio de las gafas (las Mirage cuestan el doble) y evita que tropieces con los muebles de casa. Son gafas de estar sentado, y de hecho todas las imágenes promocionales de Oculus muestran a los modelos usando las Go en el sofá del salón. A la hora de la verdad, mirar constantamente hacia atrás desde el sofá demostró ser bastante incómodo para mí, así que empecé a usar las gafas en una silla giratoria de oficina. Las ruedas son una gran ventaja en algunos juegos y vídeos de acción, y además es una experiencia libre de contracturas.

6. Los juegos de miedo dan miedo de verdad

En el apartado gráfico, el chip Adreno 530 de Qualcomm no puede rivalizar con unas HTC Vive conectadas a un PC de última generación. Tampoco hace frente a unas PlayStation VR conectadas con la PS4. Los juegos de Oculus Go tienen gráficos 3D mediocres, similares a los de un smartphone, y están diseñados para pasar el rato, como los juegos de un smartphone. A pesar de estas concesiones, la experiencia es todo lo inmersiva que cabría esperar. El estómago te da un vuelco con la montaña rusa y los juegos de miedo hacen que pegues un respingo cuando aparece el payaso. Pero esta mierda marea. Marea mucho, y el mal cuerpo puede quedarse contigo varias horas, aunque las gafas estén ya en un cajón. Es la misma sensación nauseabunda que prevalece después de un rato leyendo o mirando el teléfono en el coche.

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7. ¿Es esta la plataforma definitiva para ver porno?

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Siendo honestos, el porno es uno de los mayores alicientes para comprar estas gafas. Sí, puedes “viajar por el mundo” con fotos y vídeos de 360 grados de los lugares más famosos del planeta, “visitar” civilizaciones que ya no existen o “conocer” por dentro la Estación Espacial Internacional sin ser un astronauta, pero el porno también está ahí. Escondido a simple vista —porque no lo vas a encontrar en la tienda de aplicaciones,— pero fácilmente accesible a través del navegador. Abres VRPorn o Pornhub y ahí lo tienes: miles de vídeos pornográficos para visores de realidad virtual que puedes reproducir en streaming. La pega es la resolución (solucionable si descargas los vídeos en local), pero el porno inmersivo puede ser un game changer para consumidores cansados de ver siempre lo mismo. Es dejar de contemplar una orgía a través de la mirada del director y centrarte en lo que te interesa. Es pasar de ver la acción en tercera persona por la pantallita de un teléfono a tener una actriz sentada en tu regazo.

8. La batería dura poco, pero la diversión dura menos aún

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La batería de las Oculus Go dura lo que una película, como mucho. Es suficiente porque no este no es un producto que quieras usar durante horas, pero puede ser molesto cuando viene alguien a casa y descubres que el visor no enciende (cargarlo por completo con el cable microUSB puede llevar tres horas). Ahora bien, lo verdaderamente decepcionante de las gafas es el catálogo de juegos y aplicaciones. Llevamos años con la misma queja, pero seguirá siendo el principal obstáculo de la realidad virtual hasta que aparezca una masa crítica de usuarios que atraiga a los desarrolladores, si es que alguna vez ocurre. Los juegos que copan las listas de éxitos son demos creadas para promocionar películas (Jurassic World, Tomb Raider), experiencias que apenas duran cinco minutos y en las que no tienes que hacer mucho, solo mover la cabeza. Comprensiblemente, los juegos más completos son caros (mucho más que un juego de smartphone, a pesar de tener títulos desconocidos). Oculus los vende en packs de 10 a 40 dólares.

9. Vas a oír hablar de Samsung

Más allá de los juegos, se echan de menos aplicaciones como YouTube o Google Earth VR, que están disponibles en otras plataformas. Sí están todas esas aplicaciones sociales de Facebook que Mark Zuckerberg anuncia con entusiasmo cada año y que nadie usa, como Oculus Rooms, una casa virtual a la que puedes invitar amigos para jugar juegos de mesa o ver fotos. Otra marca que oirás mucho, aunque no tenga nada que ver con las Oculus Go, es Samsung. Muchos de los juegos han sido portados directamente de las Gear VR, y los desarrolladores ni siquieran se han esforzado en cambiar el dibujo del mando de Samsung por el de Oculus. (“Pulsa el gatillo del mando de tu Samsung Gear VR para seleccionar”, dice el tutorial de un juego). Estas apps tampoco aprovechan la pantalla de 72 Hz de las Oculus Go y por tanto se ven peor. Pero el colmo son las que vienen arrastrándose desde las Gear VR originales, que no tenían mando, y te fuerzan a usar la cabeza para apuntar y hacer clic en lugar de aprovechar el mando de control remoto.

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10. Todo el mundo quiere probarlas

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En mi experiencia, las Oculus Go atrajeron como un imán a todas las personas que me vieron con las gafas puestas. Mi mujer me pidió que le pusiera un juego de miedo. Mi madre se tiró en el suelo a ver dinosaurios. Mi hermano de seis años agotó la batería dos veces. Ni siquiera mi suegra (¡mi suegra!) pudo evitar la tentación de probarlas. Este visor, que apenas necesita configuración y no lleva cables, es la única plataforma de realidad virtual que necesitas para animar una reunión con amigos. Pero también es una plataforma limitada, que no puede compararse con los cascos de gaming. Eso sí, por 200 dólares (220 euros en España), poco más se les puede pedir. Las Oculus Go valen lo que cuestan. ¿Que luego no las usas para jugar? Ya les encontrarás un uso alternativo, como yo.