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Por qué no debes creer la nueva "revelación" sobre Jack el Destripador

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Un nuevo estudio asegura haber revelado por fin por fin la auténtica identidad de Jack el Destripador, el casi mitológico asesino que en 1888 acabó con la vida de cinco mujeres en el barrio londinense de Whitechapel. Si hasta ahora todo suena poco creíble es precisamente porque lo es.

Septiembre de 2014: El análisis de ADN por Russel Edwards

Ni siquiera es la primera vez que ocurre esto. En 2014 saltó a la palestra una noticia similar protagonizada por el empresario y escritor británico Russell Edwards aseguraba en el Daily Mail haber revelado la identidad real de Jack utilizando una “avanzada técnica de ADN”.

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Según Edwards, la identidad del asesino que aterrorizó Londres a finales del siglo XIX es Aaron Kosminski, un barbero inmigrante polaco de 23 años que vivía cerca de la zona donde se produjeron los asesinatos. Fue de hecho uno de los seis sospechosos en la investigación del caso durante aquella época, aunque al final no se encontraron pruebas concluyentes contra él.

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Russell Edwards, un empresario metido a escritor, aseguraba haber dado con la identidad real de Jack el Destripador analizando restos de ADN de un chal que supuestamente perteneció a Catherine Eddowes, una de las cinco víctimas del asesino. Para ese trabajo contrató al experto forense Jari Louhelainen, de la Universidad John Moore de Liverpool.

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No hay ninguna duda de que hemos desenmascarado al auténtico Jack el Destripador”, “Poseo la única prueba forense en la historia del caso”, “ por fin hemos resuelto el misterio de quién era Jack El Destripador”. Eran algunas de las declaraciones de Edwards. ¿Por qué no deberías creerte ninguna de ellas? Te damos unas cuantas razones para, al menos, sospechar.

  • Edwards tiene un nuevo libro que vender, Naming Jack The Ripper, y sale justo mañana a la venta. Es en ese libro dónde describe toda la “investigación” llevada a cabo para desenmascarar la supuesta identidad del asesino. Cuando hay un libro que vender, ya se sabe. Y no, no es el único: en las últimas décadas se han publicado decenas de libros que especulan sobre exactamente el mismo tema. 
  • Edwards y Louhelainen han decidido dar a conocer al mundo el resultado de su investigación no a una revista científica de prestigio que revisa previamente las investigaciones antes de publicar, sino a The Daily Mail, tabloide británico conocido precisamente por su sensacionalismo. 
  • Todo el “descubrimiento” se basa en el chal que supuestamente perteneció a una de las víctimas. Esa prenda la compró Edwards en una subasta en 2007, pero su origen no están en absoluto probado. Puede pertenecer a la víctima o ser parte del mito creado en torno al suceso.
  • La investigación no ha sido revisada por un científico o investigador ajeno a la misma (o a la venta del libro). Louhelainen basa sus hallazgos en la técnica de la reacción en cadena de la polimerasa, que permite obtener millones de copias de un fragmento de ADN para su secuenciación, pero ni la aplicación de esta técnica al caso ni las conclusiones que se fueron tomando en el proceso han sido validadas científicamente por otros investigadores.
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En definitiva, que todo pintaba a campaña publicitaria para vender un libro disfrazado de ciencia. Circulen, aquí no hay nada que ver.

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Mayo de 2019: Nuevo estudio de ADN basado en el mismo chal

Llegamos a 2019. Acaba de publicarse un estudio en la revista Journal of Forensic Sciences en el que se analiza de nuevo el ADN en las manchas de sangre y semen del supuesto chal de Catherine Eddowes. ¿Adivinan quién es el autor que firma ese nuevo estudio? Exacto. Es Jari Louhelainen, esta vez con la colaboración de otro biólogo de la Universidad de Leeds llamado David Miller.

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No tenemos nada contra Louhelainen, y desde luego su persistencia por intentar descubrir la auténtica identidad de Jack el destripados es motivo de encomio. Sin embargo, el nuevo estudio no ha sido muy bien recibido por la comunicad científica.

Según los autores, “el análisis de ADN más exhaustivo realizado hasta la fecha” revela que las manchas de sangre contienen ADN mitocondrial de Catherine Eddowes y las de semen adn mitocondrial de Aaron Kosminski, el mismo sospechoso al que apuntaban en 2014. Vayamos por partes:

  • La procedencia del chal y su pertenencia a Catherine Eddowes sigue estando en entredicho. Incluso aunque fuera auténtico y perteneciera a la víctima, su ADN no es en absoluto fiable. El genetista Adam Rutherford, que ya rebatió el estudio original en 2014, explica que en ningún momento se ha respetado un proceso que evite la presencia de contaminación a través de la simple manipulación sin las debidas precauciones.
  • La arqueóloga genetista Turi King (famosa por haber logrado identificar los restos del rey Richard III) califica el estudio de Louhelainen y Miller de “impublicable”. “¿Cómo es posible que esto haya pasado el filtro?” se pregunta. “No se listan las imprimaciones, no presenta datos, no se realizó en un laboratorio forense de ADN como es debido... El propietario no solo sostiene el chal con las manos desnudas en fotografías, sino que aparentemente lo han tocado descendientes que se han usado para comparar el ADN. Es increíble”.
  • Si la autenticidad del chal o el riesgo de contaminación no te parecen suficientes, Adam Rutherford pone una última puntilla al “revelador estudio”. Esa puntilla es que el estudio se basa en ADN mitocondrial, que no es para nada un buen material con el que determinar procedencia genética. Por si fuera poco, el ADN mitocondrial solo es aplicable en el caso de la víctima por ser mujer. No es de ninguna utilidad para identificar el parentesco en el caso de hombres.
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Rutherford, King y más expertos en génetica han elevado una queja formal a la revista Science por la publicación de un artículo que consideran dudoso, pobre y lleno de mala ciencia. Rutherford concluye:

Sinsentidos como este estudio y los medios de comunicación demasiado crédulos no hacen sino fomentar la ignorancia histórica y científica en aras de una grotesca romantización de los brutales asesinatos de cinco mujeres. Deberíamos ser capaces de hacerlo mejor que esto.

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Como decía nuestro compañero Manuel Ángel Mendez hace ya cinco años: Circulen, aquí no hay nada que ver.


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