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El momento exacto en el que un grupo de gatos detecta un terremoto segundos antes de que ocurra

Osaka el pasado 17 de junio. Un grupo de gatos descansa apaciblemente en uno de los muchos cafés con felinos que hay en la ciudad. De repente, varios levantan la cabeza con gesto asustado. Otros salen corriendo o se esconden. Segundos después la tierra comienza a temblar.

Ese día, la ciudad japonesa de Wakayama, en la prefectura de Osaka, sufrió un terremoto de magnitud 6.1 en el que murieron 4 personas, cientos resultaron heridas y la ciudad sufrió cuantiosos daños materiales. Los gatos sabían lo que se acercaba, pero ¿cómo?

La literatura que atestigua la supuesta capacidad de perros, gatos y otros animales de detectar terremotos y otros desastres naturales se remonta nada menos que a la antigua Grecia, en el año 373 antes de Cristo. Desde entonces se han acumulado miles de observaciones que aseguran que algunos animales se comportan de manera extraña antes de un terremoto. El problema de todas estas observaciones es que a día de hoy no se ha podido probar una relación científica causal entre la conducta de una especie animal y la llegada de un terremoto. Sí, no importa lo que te hayan dicho sobre el tema. No existe evidencia científica, tan solo observaciones e indicios que no han podido ser demostrados ni replicados.

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El estudio más reciente al respecto lo realizó un grupo de investigadores del Centro Alemán de Investigación en Geociencias (GMZ). Analizaron 180 estudios que recogían 729 informes de comportamiento animal inusual antes de la llegada de 160 terremotos. Los informes se referían sobre todo a animales domésticos (perros y gatos), y ganado, pero también había casos más exóticos como tigres, leones y hasta gusanos de seda.

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La conclusión a la que llegaron es que ninguna de estas observaciones podía ser tomada en serio porque ninguna siguió un procedimiento científico válido. No se registró lo que el animal estaba haciendo antes de comportarse de forma rara, ni después. Ni siquiera había una coherencia en la descripción del comportamiento del animal, que al final podría deberse a cualquier otra causa.

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Se habla también de que el número de animales que escapan de sus hogares sin causa aparente se dispara los días previos a un terremoto. La teoría procede del diario estadounidense San Jose Mercury News en base a datos de la ciudad de San Francisco. Un estudio científico posterior descartó cualquier tipo de causalidad y zanjó el tema como una pura correlación estadística.

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Se habla de animales capaces de detectar los sutiles cambios en los campos magnéticos terrestres que preceden a un terremoto. Se habla de instinto, pero a día de hoy no hay evidencia de que los animales puedan predecir un terremoto con días de antelación. Entonces... ¿el vídeo de los gatos de Osaka?

Para eso la ciencia sí que tiene una explicación. El vídeo muestra que los gatos se asustaron instantes antes del terremoto, y la ciencia cree que es porque son capaces de escuchar o notar algo que a los seres humanos nos pasa completamente desapercibidos: las ondas P.

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Los terremotos se componen de diferentes tipos de ondas sísmicas que se propagan por el subsuelo. Las primeras en llegar son las ondas P o primarias. Se mueven alrededor de 1,73 veces más rápido que las ondas que siguen, que son las ondas S. También se desplazan de manera longitudinal y por ello tienen muy poco poder destructivo.

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Las ondas realmente peligrosas y las más más fáciles de notar para los seres humanos son las ondas S. Llegan segundos después que las ondas P y se desplazan de manera transversal por el terreno, lo que las hace mucho más destructivas para edificios y construcciones. Los gatos de Osaka, como muchos otros animales, detectan las ondas S y buscan refugio por puro instinto. Es una capacidad notable, pero no muy útil para nosotros a la hora de predecir terremotos con la suficiente antelación.