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Los dados de hace 2.000 años eran muy distintos a los actuales por un extraño motivo: no creían en el azar

Si te invitaran a echar una partida con unos dados de la antigua Roma seguramente pondrías el grito en el cielo. Irregulares, sin orden en los números, cargados... Un desastre en términos de probabilidad. Sin embargo, en aquella época no les importaba y la razón es muy curiosa: no creían en el azar.

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Un equipo de investigadores holandeses ha realizado un fascinante estudio de las características y uso de 100 dados fabricados en los últimos 2.000 años. El resultado aporta nuevas claves no ya sobre la fabricación de dados, sino sobre cómo han evolucionado nuestras propias creencias.

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El arqueólogo Jelmer Eerkens, coordinador del estudio, explica que los dados llegaron a Holanda pocos siglos después de Cristo, pero no eran los cubos perfectos de seis caras que conocemos hoy. La mayor parte eran irregulares y por tanto las posibilidades de que salga un número u otro no son las mismas.

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Los romanos tenían los conocimientos suficientes como para tallar un tetraedro regular en hueso, madera o incluso metal. No es una cuestión de conocimiento técnico. Sencillamente no les importaba.

Los pocos documentos de la época que hablan de los dados y otros juegos de azar sugieren que la razón de que no les importase la probabilidad era que no creían en la probabilidad, sino en el destino. Los dados eran una forma de pedir el favor de los dioses, y si ese favor era concedido poco importaba que el dado fuera regular o no. Probablemente tenían más fe que conocimientos sobre probabilidad.

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Los dados desaparecieron durante siglos y volvieron a aparecer en torno al año 1100. La razón de la desaparición es un misterio, pero lo que es aún más enigmático es que, cuando regresaron, lo hicieron con un orden de los números completamente diferente.

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En la época romana, los dados seguían una distribución llamada de sietes. Cada número sumaba siete con el número de su cara opuesta (1-6, 2-5, 3-4). Cuando reaparecieron, lo hicieron c0n una distribución llamada de primos (1-2, 3-4 y 5-6). Los historiadores no están seguros de por qué cambió. En esta época también se hicieron más pequeños (la religión de la época en Europa no era muy tolerante con el juego) e hicieron su aparición los primeros dados trucados con números iguales en varias caras.

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A partir del siglo XIII, todo cambió. Los eruditos de la época comenzaron a estudiar los dados desde el punto de vista de las matemáticas. Se desarrolló el estudio de la probabilidad y pronto comenzó a calar la idea de que los dados debían ser perfectamente regulares si realmente se pretendía que el juego fuera justo. El azar sustituyó a la fe, pero no está muy claro qué fue primero, si el conocimiento de la probabilidad o la pérdida de la fe en el favor divino.

A día de hoy seguimos encomendándonos a fuerzas sobrenaturales al hacer una tirada. Es un pequeño juego dentro de otro juego en el que el único favor lo otorgan las matemáticas. [Acta Archaeologica vía The Atlantic]